Esta foto muestra a una persona que le falta una mano y en medio de la Pandemia ha decido tras una màscara potente salir a enfrentar su realidad mostrando total entereza. Las diferencias de edades, razas, credos quedan relegadas ante el imperativo de distanciarse y protegerse. Todos son vulnerables ante un ente invisible que los hace cubrir parte de su rostro, ataviándose con nasobucos más o menos improvisados. Se arman con artilugios de toda índole ante un ente microscópico que no ha mostrado misericordia ante nada ni nadie. Vidas en perenne contingencia, que han debido sumar este acápite nefasto a su ya maltratada cotidianidad y se enfrentan a la cámara austeros, dignos, casi estoicos.